martes, 10 de septiembre de 2013

Una serie de eventos desafortunados

Dicen que ninguna persona es igual a otra, que todos somos seres individuales. Sin embargo, hay algo que nos une y que todos podemos entender… las necesidades fisiológicas!

¿Quien no ha tenido una emergencia en la calle? Un inesperado llamado intestinal que afecta nuestra rutina.

Ciertamente no es la primera vez que me sucede. Años atrás viví aquel incidente donde me orine en un centro de comunicaciones. Incluso hace algunas semanas tuve que aguantar por 2 horas mientras el tráfico de personas en los baños bajaba.

Hoy tuve la fantástica idea de tomarme un café con leche completa porque… ¿Qué es lo peor que pudiera pasar? Bueno, lo que pasó fue que a las 10am me invadió la necesidad de ‘hacer numero dos’, de 'lanzar unos ninos a la piscina','darle relevo al desayuno', etc...

Ahora bien, el problema era que el baño de la oficina está en plena recepción. Pero como la necesidad apremiaba, con mi cara de tabla correspondiente fui y tome actitud de “con el perdón de los presentes” para pasar de largo. Obviamente no había desodorante ambiental, ni una velita ni un mísero fósforo. Así que a pesar de que físicamente el desecho se fue, la esencia quedó.

Por supuesto, el evento no podía sino concluir con que al abrir la puerta encontrara a dos personas esperando para entrar. Dos personas que no me habían hecho nada en la vida como para merecer aquel regalo de olor. Mas aun sabiendo que todo aquel que tiene una alimentación medianamente balanceada produce olores penetrantes y que perduran en el aire.

Además no es la primera vez que uno ha ido a evacuar, uno sabe el efecto que puede causarle a otros. Pero lo hecho hecho estaba y me fui con cara de “ahí te dejo este regalito”.



Ojalá me consiga a esa pobre gente en la calle para darles paso o hacerles un favor que pueda resarcir el trauma causado. Por lo pronto….. leche de soya o café negro para mi. Ah y una cajita de fósforos!

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