martes, 25 de diciembre de 2012

El Enemigo Secreto


Si hemos tenido alguna interacción social durante el año, es muy probable que en diciembre tengamos un papelito con nuestro nombre listo para un sorteo. Y no estoy hablando de rifas ni promociones, estoy hablando del temible amigo secreto.

El concepto del juego es que cada quien tome un papelito con el nombre de alguien a quien debe darle un regalo. Dicho nombre debe permanecer secreto hasta el día del intercambio. Lo que no es un secreto es que a menos que sea un grupo muy unido y consciente de los gustos de otros, el juego se torna en una pesadilla.

El primer paso para dar un regalo adecuado es invertir un mínimo de tiempo en considerar a quien va dirigido. Parece algo tácito pero no lo es, evidencia de ello la cantidad de bufandas floreadas, batas y prendas llamativas que he recibido en mi vida.

Mi teoría es que mucha gente tiene la tendencia de comprar regalos como si fueran para ellos mismos. He allí el primer error en una serie de errores. Si a usted le toca comprarle algo a un Emo por ejemplo, ¿cuántas probabilidades hay de que le guste un hermoso vestido naranja?... ninguna! Por favor entendamos que darle un regalo a alguien no debe convertirse en “lo que a mí me gustaría que usaras”. Para eso están los makeovers.

Ojo, el regalo equivocado no siempre viene con mala intención, pero sí de la falta de atención o de nuestro propio gusto por el artículo en cuestión. Lógicamente es difícil que te guste todo lo que te regalen, más si la persona no te conoce. Pero cuando se trata de algo absolutamente opuesto a ti y viene de gente que ves todos los días del año, ya eso es incomprensible.

De tal manera que no se trata de ser malagradecido, sino de tratar de cortar ese ciclo eterno de regalos inadecuados. Por lo tanto no, no puedo fingir que usaré esos zarcillos de piedras colgantes hasta el cuello que me regalaron, ni la bufanda de seda vinotinto con flores rosas y amarillas, ni aquel chal con hilos dorados que hoy funciona de tapetito para las plantas de mi casa.

Es probable que tampoco me vean usar es lápiz labial marrón que alguna vez me regalaron, ni encontrarán esa máscara de arlequín colgada en mi casa.

Tomémonos un momento cuando tengamos que comprar un regalo y consideremos los siguientes límites:

NO le compremos una franela del Caracas a un Magallanero…

NO le regalemos un perro a quien no le gustan las mascotas…

NO le regalemos una cena en un restaurante de carnes a un vegetariano…

NO le regalemos unos tacones de aguja a quien siempre anda en converse…

NO le regalemos un pase anual al estadio a quien no le gustan los deportes…

Recibir un regalo no es bueno porque sea caro o exclusivo, es bueno porque alguien se tomó la molestia de pensar en que te pudiese gustar.  Armemos una asociación anónima de “échale coco a tu regalo” cuyo lema sea “Por un mundo sin amigos secretos traumáticos”. Es un trabajo duro pero Superman y Batman no pueden hacerlo todo en esta vida, hay espacio para más héroes silentes ;-).

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