Hay tantos
proveedores de servicios que una tiene que buscar. Que si la manicurista que no
te maltrate, que si el odontólogo que no te aterre, que si la peluquera que te
estire los chichas, etc. En esta oportunidad me encontré en la imperante
necesidad de un masajista. Hace unos meses visité a una que me funcionó pero
encontrar una cita con ella es dificilísimo! Así que decidí probar suerte con
cualquier otra. Error…error…error.
Voy con mi
tortícolis a un establecimiento chino:
Yo: Buenas,
necesito un masaje en el cuello por favor
China 1: De
cuerpo completo?
Yo: No, de cuello
completo únicamente (igual no es que tenga mucho cuello)
China 1: Pase por
aquí, deje el bolso en la camilla y siéntese en la silla
Estupendo uso de los recursos
Era uno de estos
sitios donde te ponen una toalla caliente encima y así te dan el masaje. Se aparece
entonces una segunda china de 1,45 metros aproximadamente, flaquísima por
supuesto. Y ha empezado a ‘masajearme’ el cuello. Ni bien me había tocado
cuando ya yo estaba a punto de lágrima! Esa mujersita (literalmente) estaba
atentando contra mi integridad! Con el codo, con la mano, con el antebrazo,
todo era igual, un solo dolor! Ya yo estaba casi de rodillas gritando cuando me
dice “está bien la plesión o más suave?”….. Honestamente ya me tenía tan
asustada que no quería llevarle la contraria. Acto seguido me dice “quiele
masaje en la cabeza?” y yo casi llorando “noooo! Por favor la cabeza no!”, me
la imaginé borrándome hasta la memoria. Yo me quejaba y ella respondía “muy
sensible, debe aguantal”.
Hasta cierto
punto la situación era humillante porque estaba a merced de una persona tan
pequeña, pero que hacía tanto daño. En una de las retorcidas vi un letrero en
la pared que decía “No sexo. Sólo masaje!”. Una parte de mi encontró poco probable
que alguien se confundiera, a menos que fuera un fetiche muy muy específico que
no soy nadie para juzgar. Otra parte de mi vio una oportunidad de escape, por
un momento pensé “si me pongo a gritar aquí y le finjo un orgasmo a esta china
loca a lo mejor se ofende y me bota del local”. Una medida extrema pero me
estaba matando ese metro y pico de tortura! Poco me importaba que me botaran de
ese sitio con acusaciones de baja moral. Mi objetivo era preservar la movilidad de mi cuello tanto como se
pudiese. Muy seriamente estaba considerando el grito de éxtasis que pudiera
significar mi escape “ohhhhhhhh ahhhhhh duro china duro ahhhhhh!”, es decir, cualquier
cosa, ya esto era una escena de manicomio.
Creo que la china
me leyó la mente porque me dijo “listo, quiele mas tiempo?”, y yo “no! Muchas gracias,
muy amable, chao, que tenga buen día” y hui tan rápido como pude, no se si bajé
las escaleras o me lancé, da igual. El punto es que quedé más torcida que
antes, ahora era como una versión nueva del Jorobado de Notre Damme. Qué hacer?
Qué hacer? “Bueno, ni modo, voy a tener que buscar otro masajista porque
sencillamente no me puedo mover”. Afortunadamente este masaje no había costado
mucho, en términos monetarios, porque en términos emocionales y físicos fue el
precio más caro de mi vida.
Entré entonces a
otro local, me preocupó un poco que todos eran chinos otra vez. Me preocupó un
poco más que el que me tocaba a mi no sólo era de los pocos chinos con
sobrepeso que hay por ahí, sino que además medía como 1,80 metros. Mi reacción inmediata
fue “ahora si me mataron”. Pero mi dolor y mi contractura ya estaban a un punto
que iban más allá del razonamiento, más allá de la moral o cualquier otro
valor. Ya yo pensaba “si a este hay que gritarle algo pues se lo gritare pero
que me enderece!”. Y para mi sorpresa… encontré al chino masajista de las manos
mágicas! El gordito me ha devuelto los músculos a su sitio y ya puedo voltear
otra vez. Me tuve que controlar para no salir de ahí cual obrero de
construcción aburrido en hora de almuerzo, “qué pasó goldito pídeme la luna y
te la bajo”, o sea, ya nada me importa, en total modo supervivencia por la cura
de una tortícolis.
Me complace
anunciarles que escribo este post sin collarín y que puedo voltear la cabeza a
ambos lados. El episodio de la china quedará en mi memoria para siempre pero lo
superaré. La vida continúa y seguramente esta no será mi última tortícolis. Tengo
aquí unos vouchers para referirle clientes al local de la tortura por si están
interesados. Eso si, ya saben que no pueden confundir su gentileza con avances
sexuales. No sean cerdos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario